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Archivos mensuales: agosto 2021

Cuando salvar vidas es la mayor motivación

14 sábado Ago 2021

Posted by cubaclaroscuro in Sin categoría

≈ Comentarios desactivados en Cuando salvar vidas es la mayor motivación

  • Voluntarias organizan la distribución
  • El autor del reportaje con Masiel Rubio
  • Katia Caso

En pleno mediodía de este 12 de agosto, cuando el termómetro marcaba más de 40 grados en Madrid, entré a la iglesia anglicana en la calle Beneficencia, donde un grupo de voluntarios gestiona el envío de ayuda sanitaria para Cuba. Era tal el ajetreo que daba corte interrumpirles para hacerles preguntas. Del centro del grupo alguien gritó, “ahora hay que priorizar los envíos a las salas oncológicas de pediatría” y se nos heló el cuerpo. Empacaban cajas con medicamentos y uno propuso llamar a un médico para que les explicara para qué servía un instrumento de los que habían donado.

En medio de aquella frenética actividad me acerqué a Masiel Rubio, sin saber que era la líder y el alma del grupo. Cuenta que empezó con esto desde hace meses, en su propia casa, pero a medida que la pandemia fue arreciando por la variante Delta del virus, las donaciones fueron subiendo y entonces varios amigos se fueron incorporando.

Masiel es un encanto de persona, con visibles muestras de agotamiento en el rostro, pero con una energía contagiosa que alimenta al equipo. Estudió dramaturgia en el Instituto Superior de Artes de La Habana. Es actriz y profesora.

Muy cerca de nosotros, con mirada dulce y comunicativa, nos escrutaba Katia Caso. Lleva poco en España, donde vino por razones familiares, también es actriz y seguramente algunos de los que lean este reportaje la identificaran porque ha participado en series populares de la televisión cubana: Tras la huella, Tierra de Fuego, De tu sueño a mi sueño; y también en cine, como en la película Boccaccerías Habaneras. Fue profesora de actuación en la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de La Habana.  Me confiesa con humildad que está abrumada por no poder atender a todas las solicitudes que recibe de personas que le escriben, solicitando medicinas que en Cuba no aparecen. Le frustra tanto que lleva semanas que apenas puede dormir. Elogia la labor del grupo, el trabajo de Masiel y me ruega que no deje de mencionar al Reverendo de la iglesia, Aloysi Bustquets y a su esposa, Gema, por haber facilitado el local para este trabajo y por toda la ayuda que prestan. El Reverendo también es cubano.

Con la contribución voluntaria de gentes, muchas veces anónimas, pagan las maletas y carga acompañante de viajeros que de manera altruista se prestan a llevarlas y una vez que salen de la cuarentena, en la Isla, hacen entrega a otros voluntarios, amigos y conocidos que van sumándose para llevarlas a los destinatario. Todo esto coordinado a través de las redes, Facebook y los grupos de WhatsApp.

Es verdad que a veces dan ganas de maldecir las redes, hay bulos, ofensas, odios, pero separando el barro, gracias a internet, gracias a esta revolución de las comunicaciones, la dinámica social de esta generación es diferente. En este caso, bienvenidas las redes, bienvenido este desarrollo tecnológico que nos permite   oír el grito directo de alguien que a miles de kilómetros necesita ayuda. O necesita decir su verdad. Gracias a ello será más difícil que alguien pueda estrujar al más débil sin que la bofetada la oigan millones de personas. Es una poderosa arma que está a disposición de las gentes, directa, sin que tenga que pasar por filtros para adornar lo que la gente piensa y es un instrumento extraordinario para organizar el socorro.

Llama la atención cómo es de extraordinario este voluntariado que nace de la vocación de servir, sin que medie interés ideológicos, partidistas ni religiosos.  Para Masiel y sus colaboradores, la mayor recompensa es ver salir cada maleta con ayuda para las personas que sufren las carencias por el colapso del sistema de salud de Cuba, ese es el premio mayor a su esfuerzo y a su trabajo.

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Yotuel y el carrito de helados

06 viernes Ago 2021

Posted by cubaclaroscuro in Sin categoría

≈ Comentarios desactivados en Yotuel y el carrito de helados

En Cuba, cuando yo era pequeño e iba a la ciudad, corría detrás de un señor que mientras empujaba un carrito lleno de helado, hacía sonar una campanilla para avisar de su presencia, era increíble. Las paleticas sabían a gloria, siempre que el carrito se detenía se hacía una fila para comprar un sabroso helado. Después se puso de moda el camión de los helados, era lo mismo, pero con altavoces…a su paso difundía fragmentos de La Polonesa. A lo mejor seleccionada para homenajear a Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, que encabezó la primera guerra de independencia y en su juventud, en Paris, compartió amistad con Chopin. Los cubanos somos muy de eso, de hacer grandilocuente hasta la venta de un helado. También difundían el Vals sobre las Olas, de Juventino Rosas. En fin, era un gozo correr detrás de aquellos vehículos para alcanzar un buen helado “Guarina”, una peletica, un bocadillo o hasta uno gigante, que nombrábamos galones, por su tamaño.

Pues bien, desde entonces recuerdo un refrán muy de la época, “no te dejes llevar como el carrito de helados”, para expresar que otros no te empujen hacia donde ellos quieran.  

Algo así le está pasando a nuestro compatriota Yotuel, primero fue Madrid en una concentración arropado por el Partido Popular y Vox, los más de derecha de España; después en la Casa Blanca, agasajado por Biden y Bob Menéndez. Este último tiene el dudoso honor de ser uno de los que redactó parte de la Ley Helms Burton en 1996, que acabó de asfixiar la maltrecha economía cubana. Por cierto, esta Ley perjudica también a empresarios españoles Y para rematar, como para cerrar el ciclo de lo más cavernario, un encuentro con Isabel Díaz Ayuso.

Se creerá nuestro músico que Abascal, Bob Menéndez y  Ayuso están honestamente preocupados porque no haya una ambulancia en Baracoa o en Guanes para trasladar un enfermo con Covid. Vamos, hombre, por favor, para solo poner un ejemplo, en Madrid, al empezar la pandemia, en la primera cuarentena, el gobierno de Ayuso decidió no trasladar desde las residencias a los hospitales a ancianos enfermos de Covid, si tenían otras patologías graves o problemas de movilidad, asunto pendiente de la justicia.

A ver si me explico, Biden y Bob Menéndez necesitaban salir como “duros” contra el régimen de Cuba para garantizarse sus resultados electorales en Florida y otros menesteres politiqueros; Casado, Vox y Ayuso, querían congraciarse con los opositores de Cuba, pero en el fondo, lo que más buscaban era atacar al PSOE, al gobierno de coalición, donde está Podemos. Han hecho de todo para que el Gobierno español diga que en Cuba hay una dictadura, aunque con otras palabras sí lo dijo Pedro Sánchez desde Estados Unidos, al considerar que en Cuba no había democracia, pero querían arrancarle la palabra dictadura, que siempre caería con más fuerza sobre los dirigentes cubanos y traerá más problemas para el presidente del gobierno español.

En medio de todo esto, Yotuel ha sido utilizado, lo han empujado hacia donde otros necesitan sus servicios, como el carrito de helado.

Otra vez, lo dicho en otros comentarios: los que salieron el 11 de julio no todos son “gusanos” y aunque hubiera personas contrarias al sistema, tienen igualmente derecho a manifestarse pacíficamente (Constitución de 2019), derecho a asociación y libertad de prensa.

El gobierno de Cuba y la Asamblea del Poder Popular, apoyados particularmente por el partido, deben hacer las reformas legales necesarias para llevar al ordenamiento jurídico, el mandato constitucional que garantiza los derechos de los ciudadanos, recogidos en ese texto, aprobado por referéndum.  

Y, por favor, a mi gremio, seamos un poquito menos hipócritas. Seguramente hubo algún abuso policial el 11 de julio y hay que denunciarlo, como hay que denunciarlo cuando ocurre en este primer mundo, tan es así, que como salido de la Providencia, unos días después de las manifestaciones en Cuba, en Paris, los antidisturbios dieron buenas palizas y en Berlín hubo un manifestante muerto. Estoy esperando que Biden aplique la Ley Global Magnitsky, a los respectivos mandos policiales de París y Berlín. No voy a mencionar aquí, porque no cabría, las violaciones que ocurren en los propios Estados Unidos y desgraciadamente, en la mayoría de países de este mundo

Y por último, al contemplar las manifestaciones de ayer en el malecón de La Habana, convocadas por la Juventud Comunista de apoyo al gobierno, un mensaje. La tarea ahora es acabar con la pandemia, salvar vidas, ayudar a nuestras familias y dejarnos de manifestaciones públicas y concentración de gentes, tanto los unos, como los otros. Después habrá tiempo de competir a ver “quien la tiene más larga”.

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La canción de Silvio que no se escuchó

04 miércoles Ago 2021

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Hoy el diario El País ha publicado una entrevista a Silvio Rodríguez, del periodista Mauricio Vicent, corresponsal en La Habana. No quiero extenderme en la introducción con el ruego de que la lean en su totalidad. También os pongo al final un enlace de YouTube, para que vean el documental estrenado aquí en Madrid, en la segunda semana de abril de 2016, en la Sala Berlanga, de la Fundación SGAE, ocasión que conocí personalmente a este creador que forma parte de la banda sonora de mi vida y de toda una generación. Este material nunca se estrenó en Cuba, habría que preguntarse por qué.

Once años, que se dice rápido, estuvo Silvio actuando en los barrios más pobres de La Habana y explicó entonces que lo hacía por intuición, ante la grave situación económica y social que ya existía en Cuba, con particular énfasis en los barrios más humildes de la capital. El arte verdadero siempre se anticipa, y esta es una muestra.

Aquí está la entrevista:

«Silvio Rodríguez nació hace 74 años en el pequeño poblado habanero de San Antonio de los Baños, el lugar donde el domingo 11 de julio comenzaron las protestas contra el Gobierno, que rápidamente se extendieron por la isla provocando una inédita sacudida política. El cantautor cubano, que se considera parte de la revolución y denuncia el papel jugado por EE UU y su política de asfixia en el agravamiento de la crisis en su país, cree que lo sucedido marca “un antes y un después” y que las autoridades deberían responder con medidas económicas inmediatas, muchas de ellas retrasadas sin justificación, y también abriendo espacios políticos para que se expresen todos los ciudadanos, en especial los jóvenes. Se declara a favor del diálogo y en contra de “los extremos”.

Pregunta. ¿Qué sintió al ver las protestas del 11 de julio, y la respuesta policial?

Respuesta. Primero que nada, tristeza. Y no solo por ser un hecho insólito en Cuba. Es que ha ocurrido en el peor escenario posible: una pandemia mundial aún no controlada, que mata a diario, que exige medidas de distanciamiento que estaban siendo masivamente vulneradas. Por otra parte, en un panorama económico especialmente desfavorable —por la pandemia, claro está— y, para mi país, además, por 62 años de un bloqueo que ha sido muy dañino; para colmo incrementado por 240 medidas de asfixia extra que el gobierno de Trump nos impuso y que Biden mantiene hasta el día de hoy. De pronto se nos juntaron demasiadas crueldades e infortunios.

Respecto a la acción policial, en la primera manifestación, que fue en San Antonio de los Baños, no hubo respuesta alguna. Los manifestantes recorrieron las calles principales, pasaron por las sedes del gobierno municipal, frente al Partido y hasta por la policía. Allí no hubo represión, aunque después, en otras ciudades, sí la hubo. Una represión que, por tratarse de Cuba, se amplifica, aunque sabemos que algunos que nos señalan están acostumbrados a ver mucha más brutalidad en sus propios países. Por supuesto, afirmo categóricamente que estoy en contra de todo tipo de abuso.

P. ¿Lo sucedido marca un antes y un después, o es un “capítulo más” de la revolución?

R. Creo que es un antes y un después por lo inédito del hecho para nosotros. No creo que sea “un capítulo más”; es algo de gravedad que nos lleva a reflexiones y espero que a medidas inmediatas. En Cuba vivimos una situación de estrés social que se acrecienta y estoy consciente de que no solo es culpa del bloqueo. Desde hace años, economistas, politólogos y ciudadanos se quejan de medidas económicas anunciadas que inexplicablemente no se han puesto en práctica. Todo ese retardo es también responsable de lo sucedido.

P. ¿Por qué cree que jóvenes como el dramaturgo Yunior García, uno de los detenidos, con quien se reunió hace días, dicen que su generación desde hace tiempo ya no se considera parte del proceso? ¿Qué se ha roto?

R. Nadie puede hablar en nombre de toda una generación, ni siquiera un joven de 39 años como Yunior. Aunque también es cierto que algunos –no solo de su generación– han llegado a pensar que en Cuba no tienen futuro. Contradictoriamente, los que piensan así se han formado en nuestras universidades. Recuerdo que hace 30 años, cuando intentaba convencer al Gobierno de la necesidad de construir estudios de grabación con tecnología de punta, uno de mis argumentos era la cantidad de buenos músicos que egresaban de nuestras escuelas y la insuficiente infraestructura que los esperaba en la vida laboral. Desde entonces hasta hoy las condiciones económicas se han ido volviendo más precarias.

Todo el mundo sabe que en Cuba es difícil adquirir cualquier cosa que tenga tecnología de los Estados Unidos (el bloqueo lo impide). Las profesiones que requieren de cierta base material, aunque sea mínima, están como condenadas a las limitaciones. Creo que todo eso, aunque no determine, influye; va creando una especie de sentimiento fatalista acerca de un futuro con estrecheces, mientras que en otros lugares del mundo no es así. Y lo cierto es que cuando uno es joven piensa que no le va a tocar la parte fea de la aventura sino la recompensa. Es parte de la ilusión de venir al mundo. El pueblo cubano ha escrito ejemplares páginas de resistencia, pero también ha pasado por décadas de penurias y escaseces.

P. Muchos jóvenes llevan pidiendo desde hace tiempo diálogo y espacios para expresarse y disentir (algo que hasta ahora no se ha producido), lo que en cierto modo implica que están dispuestos a contribuir a una solución si se los escucha, ¿hay esperanza, o se ha perdido demasiado tiempo?

R. No solo jóvenes: también mucha gente con experiencia está dispuesta a contribuir a la solución de los problemas. Entre ellos, no pocos economistas brillantes. Por mi parte tengo esperanza y creo en los jóvenes. Soy así porque hubo personas que creyeron en mí cuando para otros resulté un problema. Todas las generaciones traen algo propio: lenguajes, reivindicaciones; todas las generaciones traen su dosis de continuidad y también de ruptura. Es su necesidad de plantar huella; es un impulso natural y, en ocasiones, es lo revolucionario que nos sacude y nos impele hacia delante. Estoy completamente a favor de dialogar. ¿No dialogamos con la superpotencia que nos maltrata de hecho y de palabra? ¿Por qué sería difícil dialogar con una parte de nosotros mismos? Debemos escuchar todas las voces, y mucho más las propias.

P. En los barrios más empobrecidos, que usted conoce, obviamente las penurias vividas son la base del malestar que hizo que mucha gente se echara a la calle, en su mayoría los jóvenes. ¿Qué se debiera hacer desde el poder para contribuir a la solución de los problemas?

R. Estuve más de 11 años haciendo conciertos solamente en los barrios. Hace año y medio tuve que parar, por la pandemia. Lo hacíamos por la enorme necesidad que constatamos. Pero solo hemos dado lo que podemos dar: música, y eso es solo parte de lo que la gente necesita. Ni el documental que promovimos, Canción de Barrio, se pasó por televisión. Y siempre hemos pensado que la atención a los barrios se debiera sistematizar, hacerse cotidiana. Lo venimos diciendo y haciendo desde hace tres lustros.

A principios de la Revolución hubo planes muy efectivos con los barrios marginales. Los primeros moradores de La Habana del Este venían de viejos suburbios infrahumanos. Hasta los años setenta y los ochenta aquel plan funcionó. Supongo que fue a partir de los noventa cuando aquella atención decayó, seguro por el bajón económico que significó el fin del campo socialista. Ahora estamos económicamente en una situación muy compleja, y hace solo unos días se anunciaron algunas medidas para recomenzar a atender las necesidades de los cientos de miles que viven en la periferia de algunas ciudades. En estos momentos parece que empiezan a reconsiderarse o a llevarse a cabo medidas que eran muy necesarias.

P. ¿Basta solo con medidas económicas, o hacen falta también cambios políticos?

R. A mi modo de ver necesitamos sobre todo medidas que agilicen el flujo productivo-económico, lo que de por sí significa ajustes políticos. Acaba de salir la Resolución 320, que elimina los topes en los precios. Eso va a estimular la producción y también va a subrayar desigualdades, pero lo veo como una medida necesaria. Por supuesto, también significará más trabajo asistencial para el gobierno. Lo más increíble es que muchos de los cambios necesarios están aprobados desde hace dos congresos del PCC [Partido Comunista de Cuba], y además refrendados en nuestra reciente Constitución. Uno supone, ya que no se ha explicado, que esos cambios han sido retrasados por corrientes de pensamiento más atentas a los viejos manuales de socialismo que a la realidad; también los frenan una burocracia acomodada e indolente.

P. Se están desarrollando ahora los juicios sumarios contra los detenidos. Usted ha pedido que se libere a los manifestantes pacíficos que no participaron en hechos violentos. En estos días ha habido decenas de condenas a más de un año de cárcel, y algunos de los arrestados han denunciado abusos policiales. ¿Qué piensa de lo que está sucediendo?

R. Hice esa petición pública y la sostengo. De hecho, ya muchos han sido liberados. No sé de cuestiones legales y hablé con una amiga abogada, para aclararme. En primer lugar es obvio que las capacidades de nuestro sistema legal fueron sobresaturadas en unas horas. Eso explicó los juicios sumarios que, según me dicen, heredamos de una ley española del siglo XIX. Las sanciones de los juicios sumarios suelen ser multas. Cuando se convierten en prisión se hace más crítico el recurso, por la necesidad de garantías. Por ley no pueden rebasar el año de sanción. Se trata de delitos no graves.

P. La línea oficial es que no hubo un “estallido social”, y que detrás de todo lo ocurrido está la mano de EE UU y la manipulación extrema de las redes sociales para favorecer la desestabilización. Se insiste en calificar a la mayoría de los manifestantes en delincuentes, mercenarios y “confundidos”, ¿está de acuerdo?

R. Mi criterio es que la mayoría de los manifestantes es pueblo saturado de múltiples angustias e incomodidades, estresado por un año y medio de pandemia, por un descenso drástico en el turismo (nuestra fuente principal de ingresos) y por el recorte severo de las remesas que impuso Trump. Algunas medidas, como poner las tiendas mejor surtidas en MLC, han sido francamente impopulares. En fin, no comparto la calificación esquemática que se dio a los manifestantes, aunque en los videos se ve que entre la masa heterogénea también hubo casos de vandalismo. Me pareció particularmente repudiable un caso de violencia contra un hospital materno-infantil en Cárdenas.

Por mi parte, puedo testimoniar que el domingo de las protestas recibí en mi blog un creciente número de instrucciones que llegaban por internet, guiando a la gente para que se lanzara a la calle. Decían que se habían levantado ciudades, que los gobiernos se habían rendido y que el poder estaba en manos de la rebelión. Subían fotos falsas. Era algo descabellado, pero algunos evidentemente lo creyeron. Sin duda así se coordinaron los brotes de protesta en varios lugares a la vez.

P. Este es un momento de polarización extrema, y desde los extremos a los que piden equidistancia se les acusa despectivamente de “centristas”. ¿Después de 62 años de revolución, se pueden resolver las cosas sin diálogo y centrismo? ¿Lo que usted hizo al reunirse con Yunior puede ser el principio de un camino, si las autoridades recogen el guante?

R. Un día desperté y vi que había una carta pública [de Yunior] invitándome a un diálogo; lo acepté. Si la invitación me hubiera llegado por vía privada, hubiera hecho lo mismo. Jamás he pretendido ser ejemplo de algo; bastante tengo con hacer canciones. Lo de centrista no me asusta. Los extremos son los que me parecen inadmisibles. Sin llegar a la polarización que se ve a diario en diversos lugares del mundo, lo que pasó el domingo 11 de julio nos estremeció, y sin duda debe llevarnos a una reflexión profunda. Supongo, espero, que eso esté ocurriendo a todos los niveles.

Creo que si en Cuba va a haber un solo partido este debe ser muy abierto, inclusivo, ecuménico, aunque tenga metas estratégicas. El país y sus instituciones se deben a toda la ciudadanía, no solo a los que piensan de una forma. Todos tenemos derecho a ser respetados, escuchados y atendidos. En fin, creo que, como ha sido Cuba en la salud, debe serlo en todo lo demás».

Conservo con sumo cariño esta foto, tomada en la presentación del documental Canción de barrio, Madrid, abril 2016.

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Debieron cantar La Guantanamera

01 domingo Ago 2021

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Disfruté el pasado viernes un bonito combate de boxeo de los Juegos Olímpicos de Tokio entre cubanos, Emmanuel Reyes y Julio de la Cruz. Emmanuel competía por España, donde está radicado y tiene la nacionalidad y Julio, representante de su país. Yo «ganaba» con cualquier resultado, pero tenía morbo la pelea. Era maravilloso contemplar como dos estrellas del boxeo, surgidas de la escuela cubana de ese deporte, disputaban una medalla en el evento cumbre del deporte mundial.

Lo anecdótico vino al final. Julio, vencedor por puntos, con los brazos en alto, saludaba eufórico y desde el público le gritan “Patria y vida” y automáticamente responde, “Patria y vida” no; “Patria o muerte”. Ya estaba servida la controversia y la gasolina para las redes, la ideología, la consigna. Después leí en algún periódico que Emmanuel tenía preparado su eslogan de haber triunfado, no era otro que «Patria y vida”.

Me preguntaba, por qué no se abrazaron y cantaron “La Guajira Guantanamera”. No es una consigna ni un rap, pero es auténtica como las palmas reales y seguramente su melodía la reconozcan y recuerden en cualquier parte del mundo. No estoy muy seguro de que, aunque nos repitan ese rap hasta en la salsa de los espaguetis, alguien retendrá o trascenderá en el tiempo como sí ha ocurrido con los versos de José Martí, musicalizados por Joseíto Fernández . Y si separamos el deporte de la política que os parece.

Cultivo una rosa blanca,

en julio como en enero,

para el amigo sincero

que me da su mano franca.

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